La Tiranía de los derechos fundamentales

La Tiranía de los derechos fundamentales

El día 9 de mayo de 2023 el Pleno del Tribunal Constitucional ha rechazado por mayoría (cinco votos contra cuatro) el recurso de inconstitucionalidad que setenta y un diputados del Partido Popular presentaron frente a la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, sobre salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo.

Esta sentencia se suma a la ya larga lista de sentencias del Tribunal Constitucional con las que este Tribunal se ha revelado como un órgano político al servicio de las ideologías y los intereses de los Partidos políticos. España es una partidocracia. A estas alturas nadie se sorprende ni espera del Tribunal Constitucional decisiones que vayan a proteger los derechos fundamentales de las personas en contra de la ideología que ha colocado a los Magistrados de ese Tribunal en su “alto” puesto.

Dicho esto, la sentencia del día 9 de mayo de 2023 da un paso más, si cabe, en el servicio que el Tribunal Constitucional presta a los políticos. En ella, con total claridad y nitidez, el Tribunal Constitucional ha dinamitado el mínimo sentido axiológico nuclear que han de tener la protección de los derechos fundamentales. Me explico. Los ciudadanos sólo podemos esperar que los derechos fundamentales nos sirvan como protección frente al Estado y las acciones de otros ciudadanos si, y sólo si, existe un núcleo en esos derechos que sea inexpugnable a la interpretación ideológica. Si este núcleo no se conserva y mantiene, irremediablemente caeremos bajo el poder político. Este núcleo ha de conservarse en tres derechos básicos, sin los cuales, como decimos, los ciudadanos pueden dar por sentado que caerán bajo la tiranía de la política. En concreto son: el derecho a la vida, la libertad y la propiedad.

Pues bien, la sentencia del Tribunal Constitucional de 9 de mayo de 2023, ajeno totalmente a esta perspectiva de sentido común, indica, como criterio fundamental para entender el derecho a la vida, la “perspectiva de género”. Es decir, un principio ideológico de carácter político es el que le ha servido a este órgano político para decir que la vida humana en su fase de gestación está bajo el poder de la mujer. Dicho de otra manera, la voluntad de la mujer es la que decide sobre si la vida humana que gesta merece la pena o no ser vivida. Al hacer esto, el Tribunal Constitucional no se ha separado tanto de la Jurisprudencia que sobre el derecho a la vida venía sosteniéndose desde 1985 - tal y como se critica ahora en los votos particulares de la sentencia. En aquel año, el Tribunal Constitucional dio el primer paso para entender que la vida no tenía un núcleo duro y absoluto y, así, que cabían circunstancias en las que la voluntad de la mujer prevalecía sobre la vida nasciturus. Por lo tanto, que nadie se confunda, ahora sólo se han maximizado los supuestos y consecuencias de la misma ideología.

Este escenario tiene un parecido en la historia inquietante. Si buscamos escenarios históricos e ideológicos donde se reconocía que la vida humana estaba bajo el arbitrio de alguien, enseguida se nos viene a la mente las ideologías nacionalsocialista y comunista. El concepto de “vidas que no merecen la pena ser vividas” (Lebensunwertes Leben), la idea de que alguien puede decir que otro es un “subhumano” (Untermensch) y matarlo sin consecuencias, es lo propio de las ideologías que dejan de ver en la vida un derecho absoluto.
Y, naturalmente, cuando se reconoce que la voluntad de quien sea puede relativizar la vida de otro, inmediatamente se inventan derechos. Si los nazis, al declarar “subhumanos” a los judíos, se inventaron el derecho a protegerse de ellos y matarlos, la sentencia del Tribunal Constitucional de 9 de mayo de 2023, se inventa el derecho de la autodeterminación de la mujer gestante sobre la vida del nasciturus. Derecho nuevo, de “diseño” político, al servicio de justificar la barbarie.

La palabra “derecho”, como la palabra “progreso” o la de “democracia”, se han convertido en palabras hipnóticas. Su sola mención hace aparecer en la gente un sentimiento de simpatía positivo. Y esto es peligrosísimo. Esas palabras se usan con esa intención como Caballos de Troya de las ideologías que hoy proliferan contra el hombre. Así que hablamos bien cuando decimos que estamos bajo una tiranía de los derechos fundamentales. Hoy en día se han convertido en un instrumento político con el que se diseña al ser humano disolviendo su singularidad.

En esta misma línea, hay que entender que el año pasado (Ley 4/2022, de 12 de abril) se reformara el Código penal para castigar a quienes “molesten” a las mujeres que acuden a las empresas de la muerte a matar a su hijo (art. 172 quart. C.P). Es decir, al fomento de la muerte del nasciturus, la ley colabora impidiendo la libertad de opinión y expresión que se pueda ejercer en contra. Tampoco los nazis tolerarían a quienes quisieran sacar a los soldados de los campos de la muerte del error. En este sentido, cuando ideológicamente se impulsa la muerte, cuando presupuestariamente se la financia de manera pública, cuando se evita punitivamente la manifestación en contra de esta barbaridad, podemos decir sin exagerar que estamos viviendo bajo una cultura tiránica de la muerte.

El día 14 de mayo, al salir de Misa, recojo una nota de la Conferencia Episcopal en la que critica la sentencia que venimos comentando. Pero en esa nota se dicen tres cosas que me dejaron perplejo. Se apoya la Conf. Episcopal en la falta de argumentos científicos que avalen que el nasciturus no es persona, para defender el derecho a la vida. En segundo lugar, anima a los profesionales de la medicina a ejercitar la objeción de conciencia. Y tres, insta a que los cristianos no demos por perdida esta batalla. Pues bien, en cuanto a los argumentos basados en la ciencia, hay que decir que, sencillamente, son los que menos importan aquí. La vida no es un concepto que la Biología pueda definir. La vida es un concepto que trasciende a las ciencias. Será cuando el biólogo consiga crear vida o hacer que lo inerte viva cuando pueda decir algo sobre esta cuestión con propiedad. Pero es que, además, la vida humana es algo que no puede desconectarse la Teología y la Filosofía antropológica. Por lo que, es lamentable que en toda la nota de la Conferencia Episcopal no se mencione a Dios ni una sola vez, que tampoco se hable de los absolutos morales como elementos de la realización de la vida humana y de su importancia para definir los derechos fundamentales.
Hay que recordar aquí, ya que no lo hace la Conferencia Episcopal, que la tradición de la Iglesia defiende la vida desde el s.I. Griegos y romanos abortaban en aquella época y ya en uno de los textos más antiguos del cristianismo, en la Didaché, se enseñaba a los cristianos que el aborto era un mal. Por lo tanto, animamos a la Conferencia Episcopal a que no caiga en las trampas argumentativas de las ideologías, a que proclame la Verdad del Evangelio al mundo, a que emita sus ideas desde Dios sin miedo ni componendas con el siglo.

Esto que decimos tiene consecuencias muy concretas. Afecta a los fundamentos de la objeción de conciencia. La Conferencia Episcopal anima a los profesionales de la medicina a ejercerla también por razones científicas cuando se vean en la situación de tener que practicar un aborto. Las razones científicas, por lo que se ha explicado, no son nunca razones suficientes de conciencia. En cambio, sí que hay razones morales y jurídicas de conciencia para oponerse al aborto y los nuevos planteamientos ideológicos del Tribunal Constitucional. Y en este sentido, se puede hacer mucho y no sólo por los profesionales de la medicina. También por los Pastores de la Iglesia. A saber, por ejemplo, manifestarse en contra del aborto en la puerta de las empresas que lo practican, a fin de ser detenidos y llevados a la cárcel o, también, promover la rebeldía fiscal para lo mismo. Una ley injusta siempre ofrece el mecanismo de la resistencia para oponerse a ella en conciencia. Para no tener miedo a ello, que es lo que hay en toda esta cuestión, sencillamente hay que darse cuenta de que hay sociedades donde los hombres justos han de estar en las cárceles. Por mi parte, espero haberme ganado la querella de la Fiscalía y ojalá que por esta causa acabe en la cárcel.

Emilio Eiranova Encinas (DNI:832589N)
Doctor en Derecho y Doctor en CC Económicas
Profesor Análisis Económico del Derecho CUNEF

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